jueves, 11 de agosto de 2016

NATALIA CUÉLLAR REMECE EN "GOLPE"

Crítica Santi, Teatro & Danza Martes, 09 Agosto 2016
Cada jueves hasta el 18 de Agosto, la Sala Taller Siglo XX nos enfrenta a la violencia contra la mujer, tema que en el último tiempo se ha vuelto un hecho frecuente en los noticiarios. La obra “Golpe, una mujer rota”, de la compañía Ruta de la Memoria, lo pone en el escenario para mostrar la sociedad violenta en que actualmente vivimos. En un rol de víctima de estos hechos repudiables, la actriz Natalia Cuéllar dirige e interpreta este unipersonal que sumerge al espectador en un violento maltrato a la mujer con imágenes que hablan sobre el control, el sometimiento, la agresión física, sexual y el femicidio. Al inicio de esta pieza aparece fugazmente Raimundo Estay asumiendo el rol del hombre enamorado que acaricia de manera fetichista un vestido, un zapato y una flor, para después ejercer fuerza sobre estos elementos hasta arrugarlos demostrando su poder y rabia. Luego, Natalia Cuéllar comienza este viaje interpretativo que, por su vestido abierto en la espalda y su cuerpo completamente maquillado de blanco, apela a una mujer de cualquier edad, condición económica y social. El lenguaje que se utiliza es el Butoh, la danza de la oscuridad que transita entre la vida y la muerte, como lo que vive cada mujer que es violentada por un hombre en su hogar.
La interpretación de Cuéllar es sólida, refleja su amplio recorrido y manejo en el lenguaje butoh, se visualiza todo tipo de agresiones que se manifiestan en su estado corporal externo e interno desde empujones, zamarreos, tirones de pelo, pellizcos, apretones, golpes de puño y patadas. Hay escenas que plantean lo cruel de una violación y otras en que a través de gestos se alude al sometimiento, el quehacer doméstico y obligaciones de una mujer según nuestra sociedad como el cocinar, amamantar, acurrucar a un bebé y abrirse de piernas. En escena siempre está presente un espejo en el que la imagen de ella se refleja recién en las últimas escenas, donde pinta sus labios rojos sintiéndose devastada. En un principio esta mujer no tiene reflejo, está demasiado sometida y ensimismada en la rutina hogareña y el maltrato de su pareja, y recién cuando se enfrenta a sí misma se da cuenta de que está totalmente destruida y anulada, lo que da pie a la última parte de la obra que hace referencia a la pérdida completa de su identidad. Entonces la intérprete se desnuda tapando su cara con su pelo y cae sobre pétalos de flores donde finalmente muere o la matan, la lectura es abierta. La música es variada, hay sonidos estridentes, perturbadores, guturales, gritos que acompañan las escenas más violentas y también un tema musical cuya letra se reitera en dos oportunidades que es “Maldita primavera”, que habla de un maldito enamoramiento, un amor con caricias no sinceras donde existe el te quiero y luego no te quiero. La letra más las imágenes en escena traducen el dulce y agraz que viven mujeres violentadas, creyendo en que la persona realmente las ama y la ilusión de que aquel hombre cambiará.
El diseño de iluminación es bastante ingenioso, ya que para destacar ciertos fragmentos del escenario y del mismo cuerpo, se utiliza un foco y un data que dialoga con la intérprete en escena a través de un tramoya. Se realizan efectos interesantes como una luz alargada en la pared donde se vislumbra solo la mano de Natalia Cuellar como si fuera un pequeño espacio por donde ella quiere escapar. Hay escenas que destacan como cuando aparece la sombra de la intérprete en la pared y la imagen de una fotografía de su madre donde se superpone la danza butoh. Realmente un montaje que no deja indiferente por lo que actualmente estamos viviendo como sociedad, no solo en Chile sino a nivel mundial.- FICHA ARTÍSTICA: “Golpe, una mujer rota” Compañía Ruta de la Memoria Dirección e interpretación: Natalia Cuellar Co-Dirección y Diseño de Iluminación: Raimundo Estay Jefe técnico: Francisco Jara Diseño Integral: Compañía Ruta de la Memoria Producción: Leonel Cornejo COORDENADAS: Sala Taller Siglo XX Yolanda Hurtado, Ernesto Pinto Lagaguirre #191 T.22 7355 770 Todos los jueves hasta el 18 de Agosto a las 21 horas. $6.000 Entrada General $4.000 Estudiantes y Tercera Edad. FOTOGRAFÍA: Francisca Toledo

miércoles, 3 de agosto de 2016

Crítica de Butoh: GOLPE RECREA EN VIVO LA DEVASTACIÓN QUE SUFRE LA MUJER AGREDIDA

Pedro Labra Herrera Diario El Mercurio, Martes 02 Agosto 2016 En doce años de contundente labor, Natalia Cuéllar se ha ganado merecidamente el prestigio de referente obligado y cultora máxima en el país de esa extraña e inclasificable expresión nacida en Japón tras la Segunda Guerra Mundial llamada butoh, que significa "danza de la oscuridad" o de las tinieblas, y que surgió como una reacción extrema a la serena armonía y belleza buscada por la danza clásica nipona. Un arte que en los códigos occidentales podría caber dentro de lo que llamamos "danza-teatro", si no rechazara el lenguaje técnico aceptado aquí como danza. Así que, por su radicalidad, carácter exacerbado y efecto conmocionador, es mejor definirla como "performance teatral". Ya que aparece en nuestra escena de tarde en tarde, fuerza es recordar lo que el butoh ofrece, una suerte de intensa experiencia íntima, sin palabras y aire ritual, que despliega sus potentes imágenes y sensaciones viscerales para conectar al receptor con lo innombrable, el sufrimiento indecible, el horror y la muerte. En la atmósfera de una pavorosa pesadilla, o de una alucinación que remeda lo real de manera deforme y grotesca. Lejos de toda estilización, los ejecutantes expresan esto modulando su energía interior en una especie de trance; por medio de movimientos crispados y convulsos, con temblores y torsiones fuera de eje que los ponen al borde de perder el equilibrio; recurriendo a veces a la desnudez, con sus cuerpos cubiertos de polvo y los ojos en blanco. ¿Difícil de entender? Para nada; el espectador solo debe abrir sus sentidos y dejarse llevar por lo que el acto le sugiere.
Quinta propuesta de Cuéllar, formada en la disciplina en Europa con reconocidos maestros nipones, esta carece del componente ancestral y primigenio de "Xipe Totec" y "Xibalbá". En cambio se centra en la problemática de género, tal como la brillante "Cuerpo quebrado" con la cual en 2012 trató la agresión sexual ejercida contra mujeres por la represión en dictadura. Tanto más actual, puesto que se refiere a una dolorosa cuestión hoy en el ojo público: la violencia intradoméstica, antesala de crímenes atroces y el femicidio. Con el subtítulo de "Una mujer rota", es básicamente un unipersonal oficiado por ella. La vemos primero llena de vergüenza, terror e impotencia tras el castigo reiterado que le propina su pareja para someterla; su abandono y desesperación la llevan a maldecir su sexo. Luego, sin pausa, asistimos al momento en que ella siente que ya no vale nada; es como una muñeca desarticulada, un pedazo de carne sin espíritu ni sentido, un trapo que intenta al fondo de su conciencia vislumbrar la dignidad que alguna vez tuvo; quizás logre reencontrarse con quién fue y es en una imagen de mujer (la foto retrato de la propia madre de Cuéllar). En los intensos 45 minutos que dura, "Golpe" hace que el butoh -reflejo en buena medida de la deshumanización de la condición humana- se vuelva el lenguaje perfecto para representar en vivo frente a nosotros una vivencia tan desgarradora. Aun así, la imagen o sensación final no está bien resuelta; el remate luce abrupto, le falta algo. Parte, además, con una secuencia de fugaces visiones en que un actor encarna en tono naturalista al hombre que, primero, seduce; esa idea experimental no aporta gran cosa y parece fuera de estilo. En el tramo sustancial el trabajo con la luz resulta tremendamente expresivo y la música, de clima perturbador, es clave. Taller Siglo XX Yolanda Hurtado. Jueves hasta el 18 de agosto, a las 21:00 horas.

martes, 2 de agosto de 2016

Crítica de Teatro: “Golpe, una mujer rota”, imágenes en el espejo

www.biobiochile.cl Leopoldo Pulgar, Martes 26 Julio 2016.-
Siempre se ha dicho –y así es- que el teatro es el medio artístico que responde con mayor rapidez a los hechos y transformaciones que ocurren en la sociedad. “Golpe, una mujer rota” es un claro ejemplo: esta pieza de teatro butoh de Natalia Cuéllar surgió como consecuencia del horror que le produjo la brutal agresión en Coyhaique contra Nabila Rifo. Una inspiración extrema, pero coherente con la violencia generalizada contra la mujer de la realidad chilena y con la columna vertebral de la compañía que dirige, Ruta de la Memoria (“Xibalbá”, “Cuerpos quebrados”, “Los fragmentos de tu memoria”). Así como en anteriores trabajos aludió a episodios de mujeres prisioneras políticas de la dictadura, en este unipersonal la creadora e intérprete muestra a la mujer sometida a la violencia física y sicológica en el ámbito doméstico y familiar, cuyo objetivo-resultado es también la negación de la identidad. De esta manera, la obra tiene como referencia a las mujeres de Chile y de cualquier país del mundo que están o se sienten sometidas por una cultura de la violencia hacia ellas. Intimidades y omnipresencias En un ambiente escénico en blanco y negro, íntimo y de encierro, generado por una hábil iluminación, la protagonista va exhibiendo las etapas del proceso de sometimiento. Un recorrido que se hace más extremo, debido a la técnica corporal del butoh -el rictus de la muerte- que utiliza y maneja con maestría y naturalidad Natalia Cuéllar: cuerpo blanco, ojos y labios enrojecidos, y extremidades violentamente crispadas. En contraste, la obra incluye una escena inicial que revela la bipolaridad de la cultura de la violencia y el sometimiento, como concepción ideológica que castiga a la mujer que no cumple su rol tradicional. Entre las sombras, un hombre acaricia un vestido, un zapato y un par de anteojos de sol, en señal de amor y calidez, al compás de la canción “Maldita primavera”. Luego se sugiere la ruptura y las etapas del calvario de una mujer, cuya incesante e intensa desarticulación es exhibida por la actriz, a través de los espasmos de su cuerpo y del vestido rasgado en su espalda. Incluye la obra una imagen estremecedora que se proyecta como si estuviera dialogando con la protagonista que, pese a todo, intenta defender su integridad, levantándose una y otra vez como acto de resistencia.
Son 40 minutos de profunda humanidad que transporta al espectador de la ficción a la realidad, en una entrega que casi diluye los puentes de conexión entre ambas percepciones. Al parecer, una opción escénica para subrayar que la denuncia contra la concepción ideológica de violencia contra la mujer, aún inscrustada en la sociedad, fuera la cosa más urgente de la vida. Sala Taller Siglo XX Yolanda Hurtado. Ernesto Pinto Lagarrigue 191. Fonos 9 9796 5589 – 9 8735 2298 – 2 2735 5770. Jueves 21.00 horas. Entrada general $ 6.000; estudiantes y tercera edad $ 4.000. Hasta el 18 de Agosto.