viernes, 17 de julio de 2015
*RODRIGO ALARCÓN Comentario reflexivo, crítica teatral LOS FRAGMENTOS DE TU MEMORIA
Al situarnos frente a la puesta en escena de "Los Fragmentos de tu Memoria", estamos entrando a la experiencia de una obra que tiene y contiene una estética pulcra y una composición escénica que, junto con una eficiente continuidad de movimientos ejecutada desde una cuidada técnica Butoh, genera una profunda atmósfera abstracta hacia la que es transportado el público, a través de un viaje inscripto en el cuerpo de los intérpretes, cuyos intensos despliegues orgánicos logran poner en obra aquello que siempre entra en tensión en el Butoh, esa experiencia otra que irrumpe en el cuerpo concreto y que éste nunca logra contener -cuerpo que por cierto aquí se dispone en toda su honestidad y humanidad-, esa "existencia que titila en el límite del espacio", ese "cuerpo profundo" en que habita toda la potencia común de la vida, el registro de su historia y la desgarradora presencia de sus límites últimos.
Fragmentos de tu Memoria, bajo estas luces, no es una experiencia liminal cualquiera, en tanto así como nos sitúa ante la intensidad de una carga poética cuyo roce reflexivo es con la apertura metafísica inconmensurable de la muerte, aquel límite que tensiona y conmociona la vida con una presencialidad inextinguible por medio de la memoria, el olvido y el dolor, abre ante nosotros la experiencia de un presente que ve intensificados precisamente estos límites fundantes de la existencia humana. En este sentido, el diálogo con la poesía de Díaz Casanueva deviene en un profundo dialogo con el presente, tomando la obra un matiz en que se espejea la "pasión política" de un mundo en que la muerte se ha naturalizado, al punto de cubrir la realidad y sus formas con un manto sacrificial y transformar la vida en un territorio espectral.
El mundo reflexivo, emotivo y pasional de la profunda poesía de Díaz Casanueva, se torna uno con la poética fantasmal del Butoh, construyendo un pensamiento en escena que se desenvuelve en y desde el movimiento de los cuerpos, un pensamiento que no hace otra cosa que llevar al espectador de regreso a sí mismo y a esa insuperable realidad que es su propia vida, su propia muerte y la posibilidad de su propio olvido no solo individual, sino principalmente colectivo, en tanto la muerte es una experiencia cuya naturaleza radica en la consciencia común de su inevitable imperio.
Bajo esta mirada, esta es una pieza profundamente reflexiva sobre el presente que literalmente nos aqueja, pues al situarnos de entrada ante la verdad de los cuerpos desnudos, nos está enfrentando a nuestra propia verdad, a nuestra propia forma de devenir cuerpo, vida, memoria y sentido, es decir, antes aquello que hoy se debaten entre una reificación absoluta y la persistencia de sus latidos dentro de la esfera de la libertad humana. Fragmentos de tu memoria, entonces, en el gesto de abrir un viaje reflexivo hacia la experiencia trascendental de la muerte, perfora las cubiertas metalizadas del presente y deshilvana la persistencia de la vida en un momento en que el sentido de ella está puesto en juego. En esta perspectiva, el rescate de la obra de Díaz-Casanueva adquiere pleno sentido y virtud, en tanto este premio nacional de 1971, anticipa por medio de su consciencia trágica, el desamparo en que vida y muerte coinciden en nuestro presente, coincidencia que Natalia Cuellar y la Compañía Ruta de la Memoria logran conmovedoramente poner en escena, abriendo un viaje a través del Butoh que -y esa es la maravillosa característica de este lenguaje-, a medida que nos encontremos una y otra vez con el montaje, nos llevará a muchos cortes reflexivos y existenciales de nuestra propia vida y el horizonte de su muerte.////
***Rodrigo Alarcón, Licenciado en Educación con mención en Filosofía.
Ha realizado estudios de postgrado en filosofía moral y en estudios culturales; actualmente es candidato a Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad Austral de Chile.///
Santiago, Julio 2015.-
(Foto: Fabián Cambero)
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