martes, 7 de agosto de 2012
CRITICA TEATRAL, Pedro Labra, www.emol.com, 05.08.12
XIBALBÁ
Intenso y sobrecogedor
Pedro Labra Herrera
Tercer notable trabajo de Natalia Cuéllar en el difícil y extraño arte del butoh, "Xibalbá" tiene una trama muy simple: una doncella realiza un peregrinaje sacrificial al inframundo, oscuro lugar de la enfermedad y la muerte según la mitología maya, desconocido y peligroso, maléfico y turbador, para lo cual deberá enfrentar sus propias contradicciones. Pero ése es sólo el hilo conductor del rito sensorial y visceral a que nos invita, un viaje esotérico y primordial a otro nivel de conciencia alterada, capaz de producir en quien se deje llevar por él algo así como terror sagrado.
Más próximo a "Xipetotec", de 2004, que a la más reciente -y también loable-, "Cuerpo quebrado" (2008), aquí Cuéllar, que creó, dirigió e interpreta la propuesta, revela su riguroso dominio de esa expresión inclasificable que es el 'butoh', surgido en Japón tras Nagasaki e Hiroshima, cuyo nombre significa "danza de la muerte" o "hacia las tinieblas", pero que se ubica más bien dentro del concepto en Occidente de performance teatral.
Opuesta diametralmente a la estilización propia de la danza, recurre a movimientos crispados y convulsos, temblores y torsiones imposibles fuera de eje y al borde de la pérdida del equilibrio, a la deformación expresionista y la exacerbación extrema. A todo esto se entrega la oficiante como si fuera una posesa o en estado de trance, a la manera de una muñeca grotesca y desarticulada venida desde un mundo fantasmal o de una pesadilla. En esta ocasión incorpora por primera vez el factor explícitamente sexual, sugiriendo la conjunción de Eros y Tanatos, y en un alarde corporal logra que sus omóplatos adquieran vida autónoma.
Gran aporte hace el segundo intérprete, Aníbal Sandoval, que aparece como una suerte de guardián de Xibalbá o guía de este descenso o inmersión en los abismos; él emite sonidos guturales y, sobre todo, toca en escena el 'didjeridú', aerófono milenario de los aborígenes australianos, cuya vibración profunda y primigenia se une a la música grabada para generar la imponente y estremecedora atmósfera mágica y ancestral. Las luces, el vestuario y maquillaje, y las texturas en escena (barro, tierra), completan el sugestivo conjunto de estímulos. Dura sólo 45 minutos, pero de gran intensidad.
Viernes y sábado, a las 20:00 horas, hasta el 25 de agosto. Sala Teatro de Bolsillo, Erasmo Escala 2185. $3.000; estudiantes y tercera edad: $2.000. Informaciones y reservas al 9-7965589.
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