El Mercurio, 14 Octubre 2008.-
Experiencia visceral en verdad tremenda, desgarradora, "Cuerpo quebrado" es una obra multimedial que a través del lenguaje físico, la teatralidad, el video y la plástica conceptual nos desafía a evocar a tres detenidas-desaparecidas en los años más duros del régimen militar, y el horror de las penurias y torturas infligidas a estas jóvenes que estaban, además, embarazadas. A fin de cuentas, su impacto libera, por cuanto nos enfrenta sensorial y colectivamente a un hecho tan ominoso de nuestro pasado, que la mente tiende a rechazar.
Natalia Cuéllar ("Xipetotec"), creadora de la propuesta y una de sus ejecutantes, se vale del butoh, su especialidad, para articular este rito de pavorosa belleza y armonía formal, en que tres mujeres y un hombre, el cual representa inicialmente al niño por nacer, evolucionan como espectros o muñecos desarticulados cuyos movimientos crispados, contracciones y actitudes deformes expresan el dolor de violencias indecibles sufridas en el más total abandono.
Textos, fotos de época e imágenes fragmentadas y a veces intervenidas brutalmente se proyectan en una angosta pantalla. La elaborada pista sonora incluye música concreta, ruidos ambientales, y hasta una luminosa melodía barroca que suena inimaginablemente siniestra.
Además del logro de su propósito y la perturbadora potencia de su impacto, se debe destacar como mérito agregado que ésta es la primera vez en que el butoh -suerte de anti-danza teatral originada en Japón tras Hiroshima y ligada a la muerte, la oscuridad y el terror ancestral- se emplea aquí con un valor contingente y político, desde que este arte se empezó a cultivar en Chile, hace más de una década.
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